La compra y venta de acciones funciona de una forma similar a un mercado, en el que las partes negocian un precio por el que intercambiar un activo. Las instituciones conocidas como bolsas de valores facilitan el intercambio de acciones que cotizan de forma pública. Para ello, es necesario que la empresa haya realizado una oferta pública de venta (OPV).

Cuando compras o inviertes en acciones, estás adquiriendo la propia acción subyacente, tratando de mantenerla a largo plazo. Si la compañía crece y su valor se incrementa, la cotización de sus acciones también subirá, y podrás vender tus participaciones para obtener ganancias. Mientras tanto, recibirías dividendos y derechos de voto. Sin embargo, si la compañía se devaluase, la cotización de sus acciones también caería y podrías sufrir pérdidas.

Por otra parte, si decidieras operar con acciones, podrías invertir en el precio del valor futuro del activo sin tener que tomar posesión del mismo. Este tipo de operaciones se realizan habitualmente como estrategias a corto plazo. Aunque no tuvieras las acciones subyacentes, podrías ir corto en acciones más fácilmente que operando en corto de forma tradicional. Por este motivo podrías obtener beneficios de acciones cuyo precio se devaluase, y no solo de aquellas que coticen al alza.